Madrid también siente en cofrade por unas horas
El misterio de La Candelaria pone en la capital el estilo de la Semana Santa jerezana · Recoletos se colapsó por los miles de personas que visitaron los pasos
Francisco Abuín / Madrid / enviado Especial | Actualizado 20.08.2011 - 01:00 
La Cruz de los Jóvenes pasando ayer ante Nuestro Padre Jesús de las Misericordias.
La JMJ vivió ayer una jornada en la que la devoción cofrade fue la protagonista con la presencia de pasos de Semana Santa correspondientes a otras tantas corporaciones penitenciales que en gran medida representaron las diferentes formas de entender la estética cofradiera. No cabe duda de que la Iglesia en España, con la iniciativa 'cofrade' de ayer, ha dado un espaldarazo importante hacia el mundo de las hermandades.
Insistimos en que fueron absolutas protagonistas porque el apoyo popular que tuvieron fue impresionante desde que en la madrugada salieron de los templos y lugares donde se encontraban, con 24 grados de temperatura, hasta que ya entrada la madrugada regresaron entre multitudes, después de que el Papa viviera un singular Via Crucis -desde su sitial en Cibeles- y pasara ante cada uno de los pasos, subido en el papamóvil, situados en el paseo de Recoletos en unos altares de concepción moderna que no desentonaron con las obras barrocas a las que dieron cobijo durante gran parte del día.
Como clara muestra de cómo los responsables del acto de ayer cuidaron los detalles, las instalaciones estaban provistas de un sistema que permitió reducir sensiblemente la temperatura, además de contener un pequeño espacio en el que las hermandades guardaron sus enseres. En esos altares estuvieron expuestos los pasos desde que, a las ocho y media de la mañana, finalizó el traslado de los catorce misterios y el paso de palio de la Virgen de Regla de Sevilla. Las horas anteriores fueron intensas porque desde la medianoche empezaron a salir cofradías hasta que, a las cuatro de la madrugada inició puntualmente su recorrido el paso del Señor de las Misericordias por unas calles casi desiertas, tan sólo transitadas por cofrades de aquí y de allá - muchos de Jerez-, madrileños y unos pocos de los miles de peregrinos llegados a las jornadas, ademas de los habituales de las noches madrileñas que apuraban las ultimas horas de juerga y se tropezaban con un espectáculo nada habitual por estos lares y menos por estas fechas.
Precisamente, en lo que a seguridad se refiere, la presencia policial es sencillamente impresionante, tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Policía Local madrileña, que escoltaron cada uno de los pasos en un número de cuatro agentes por cada uno, junto a dos más en la Cruz de Guía.
Esto pone en evidencia que las autoridades no desean hechos que enturbien la pureza de lo que se está viviendo en Madrid. En lo que a la hermandad jerezana se refiere, el traslado de ida contó con un nutrido cortejo. Pese a lo temprano de la hora, el calor seguía acompañando y excepto por la lesión sufrida por un costalero en un pie, todo transcurrió con normalidad, como se podía ver en los rostros de los cofrades de la Candelaria, que plenos de satisfacción empezaron a ver hecho realidad ese 'imposible' de pasear al Moreno de la Plata por la capital. El resto de la mañana estuvo dedicado a que el público, en masa, visitara los altares en Recoletos, donde no cabía ni un alfiler y con 37 grados en el ambiente. Un punto negativo para la organización que, sabiendo el poder de atracción de tan singular 'exposición' no tuvo la visión de habilitar más espacio para el transito de las personas, y todo a favor de las dichosas pero necesarias medidas de seguridad. Con la noche encima empezaron a marcharse los pasos a sus templos. La hermandad jerezana comenzó su regreso pasadas las once de la noche.
Insistimos en que fueron absolutas protagonistas porque el apoyo popular que tuvieron fue impresionante desde que en la madrugada salieron de los templos y lugares donde se encontraban, con 24 grados de temperatura, hasta que ya entrada la madrugada regresaron entre multitudes, después de que el Papa viviera un singular Via Crucis -desde su sitial en Cibeles- y pasara ante cada uno de los pasos, subido en el papamóvil, situados en el paseo de Recoletos en unos altares de concepción moderna que no desentonaron con las obras barrocas a las que dieron cobijo durante gran parte del día.
Como clara muestra de cómo los responsables del acto de ayer cuidaron los detalles, las instalaciones estaban provistas de un sistema que permitió reducir sensiblemente la temperatura, además de contener un pequeño espacio en el que las hermandades guardaron sus enseres. En esos altares estuvieron expuestos los pasos desde que, a las ocho y media de la mañana, finalizó el traslado de los catorce misterios y el paso de palio de la Virgen de Regla de Sevilla. Las horas anteriores fueron intensas porque desde la medianoche empezaron a salir cofradías hasta que, a las cuatro de la madrugada inició puntualmente su recorrido el paso del Señor de las Misericordias por unas calles casi desiertas, tan sólo transitadas por cofrades de aquí y de allá - muchos de Jerez-, madrileños y unos pocos de los miles de peregrinos llegados a las jornadas, ademas de los habituales de las noches madrileñas que apuraban las ultimas horas de juerga y se tropezaban con un espectáculo nada habitual por estos lares y menos por estas fechas.
Precisamente, en lo que a seguridad se refiere, la presencia policial es sencillamente impresionante, tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Policía Local madrileña, que escoltaron cada uno de los pasos en un número de cuatro agentes por cada uno, junto a dos más en la Cruz de Guía.
Esto pone en evidencia que las autoridades no desean hechos que enturbien la pureza de lo que se está viviendo en Madrid. En lo que a la hermandad jerezana se refiere, el traslado de ida contó con un nutrido cortejo. Pese a lo temprano de la hora, el calor seguía acompañando y excepto por la lesión sufrida por un costalero en un pie, todo transcurrió con normalidad, como se podía ver en los rostros de los cofrades de la Candelaria, que plenos de satisfacción empezaron a ver hecho realidad ese 'imposible' de pasear al Moreno de la Plata por la capital. El resto de la mañana estuvo dedicado a que el público, en masa, visitara los altares en Recoletos, donde no cabía ni un alfiler y con 37 grados en el ambiente. Un punto negativo para la organización que, sabiendo el poder de atracción de tan singular 'exposición' no tuvo la visión de habilitar más espacio para el transito de las personas, y todo a favor de las dichosas pero necesarias medidas de seguridad. Con la noche encima empezaron a marcharse los pasos a sus templos. La hermandad jerezana comenzó su regreso pasadas las once de la noche.
