DON RUPERTO POZUELO EN LOS TALLERES DEL COLEGIO
D.E.P.
A las Once de esta mañana, en el Santuario de María Auxiliadora, del Colegio Manuel Lora Tamayo de Jerez, se ha celebrado el Sepelio por el eterno descanso de Don Ruperto. Con un Santuario lleno y presidiendo la Eucaristía nuestro Inspector D. Cristóbal López. En el Presbiterio, la asistencia total de 27 Sacerdotes, de ellos, 25 salesianos, pone de manifiesto el enorme cariño que dejó entre todos aquellos que tuvimos la suerte de conocerle y disfrutarle.
Don Ruperto nació en Alcaracejos (Córdoba) el 11 de octubre de 1921. Hizo el Noviciado en San José del Valle (Cádiz), donde profesó el 16 de agosto de 1940.
Siguió su formación y primeras tareas pastorales salesianas en el mismo San José del Valle(1940-41) y en Antequera (1941-42). De 1942 a 1945 cumplió con el servicio militar en Ceuta.Después ha desarrollado su labor pastoral en Cádiz (1945-64);en Sevilla-Universidad Laboral(1964-71); y en Jerez de la Frontera-Lora Tamayo (1971-2017). Don Ruperto ha sido un buen salesiano. Entregado a su misión, trabajador incansable en el taller de mecánica hasta la semana pasada, simpático, alegre, y admirable en sus cualidades humanas y en su amor a Don Bosco y a María Auxiliadora.
En enero de 2004 le fue concedida por el Gobierno de España la Medalla al Mérito en el Trabajo.
D. Ruperto fue reconocido HIJO ADOPTIVO de la Ciudad de Jerez el pasado 25 de enero de 2013, por su "entrega, sacrificio, constancia, devoción, fidelidad y obediencia a lo largo de su trayectoria personal y profesional, dedicada a la docencia y al servico a los más necesitados, así como firme defensor de la inserción laboral de los jóvenes". Todo un hijo de Don Bosco que siguió al Señor con su consagración en la Congregación.
Siguió su formación y primeras tareas pastorales salesianas en el mismo San José del Valle(1940-41) y en Antequera (1941-42). De 1942 a 1945 cumplió con el servicio militar en Ceuta.Después ha desarrollado su labor pastoral en Cádiz (1945-64);en Sevilla-Universidad Laboral(1964-71); y en Jerez de la Frontera-Lora Tamayo (1971-2017). Don Ruperto ha sido un buen salesiano. Entregado a su misión, trabajador incansable en el taller de mecánica hasta la semana pasada, simpático, alegre, y admirable en sus cualidades humanas y en su amor a Don Bosco y a María Auxiliadora.
En enero de 2004 le fue concedida por el Gobierno de España la Medalla al Mérito en el Trabajo.
D. Ruperto fue reconocido HIJO ADOPTIVO de la Ciudad de Jerez el pasado 25 de enero de 2013, por su "entrega, sacrificio, constancia, devoción, fidelidad y obediencia a lo largo de su trayectoria personal y profesional, dedicada a la docencia y al servico a los más necesitados, así como firme defensor de la inserción laboral de los jóvenes". Todo un hijo de Don Bosco que siguió al Señor con su consagración en la Congregación.
Recuerda de su niñez y juventud, mucha pobreza y necesidad. Se llegó a vestir durante bastante tiempo con prendas que le prestaban amigos y compañeros “sin que nadie se diera cuenta”. A pesar de ello siempre fue feliz, porque en todo momento se conformó con muy poco. Conoció tiempos de guerra civil y guerra mundial, lo que le supuso cumplir tres años y medio de servicio militar en Montilla, sin saber nada de su familia.
En sus inicios, su hermano mayor se encargaba de ocuparle durante de las vacaciones escolares. Hizo de carpintero, zapatero y camarero en un bar ante cuya puerta paraban los coches de línea. Limpiaba mesas y hacía trabajos menores. Precisamente durante su incursión en el mundo de la hostelería, en el año 34, conoció un muchacho, que iba camino del noviciado, que le animó a ser cura y visitar la Casa salesiana de Pozoblanco. Lo consultó con su hermano mayor quien le advirtió de los tiempos que corrían, adversos a la Iglesia, en los que la quema de conventos y fusilamientos de consagrados estaban a la orden del día.
En sus inicios, su hermano mayor se encargaba de ocuparle durante de las vacaciones escolares. Hizo de carpintero, zapatero y camarero en un bar ante cuya puerta paraban los coches de línea. Limpiaba mesas y hacía trabajos menores. Precisamente durante su incursión en el mundo de la hostelería, en el año 34, conoció un muchacho, que iba camino del noviciado, que le animó a ser cura y visitar la Casa salesiana de Pozoblanco. Lo consultó con su hermano mayor quien le advirtió de los tiempos que corrían, adversos a la Iglesia, en los que la quema de conventos y fusilamientos de consagrados estaban a la orden del día.
Ya en Cádiz se prodigó en el campo de la fotografía con una cámara que le regaló su hermana Trinidad, propiedad de su marido fallecido, comenzando de este modo su prolija y vasta producción multimedia. Descubrió definitivamente su preferencia por la especialidad de aceros y metales. Al principio se introdujo en el oficio de la mano de un profesor italiano ex salesiano, si bien se considera autodidacta, afirmando que prácticamente aprendió solo y por sus medios: “el libro, yo y la voluntad, y muchos contratiempos”, lo que alternaba con atención a dormitorios, comedores, paseos, clases. No paraba un momento. Los domingos, cuando algunos de sus compañeros acudían al cine o al fútbol, él prefería quedarse asistiendo a los chiquillos. Y de allí a Jerez, donde ha terminado echando raíces. El Colegio sin él no se entendería.
Personal e intrasferible, Ruperto Pozuelo a la pregunta de ¿qué hubiera sido de no haber optado por el camino de la salesianidad consagrada, responde que “de todas maneras, hubiera sido lo que soy: Salesiano de Don Bosco”.
Convencido de la predilección de Don Bosco por la juventud obrera pobre y humilde, asegura que la mayoría de los jóvenes que acuden a la Casa de Jerez, responde “a dicho perfil desde sus inicios, 1962, hasta la actualidad”. Don Bosco cuidó al pobre, educó al obrero y le abrió las puertas al mundo del trabajo. Fue pionero indiscutible de lo que hoy conocemos como inserción laboral. Patio, Taller y Templo fueron sus preferencias, espacios naturales donde evangelizar y formar buenos cristianos y honrados ciudadanos. Gobiernos de numerosos países han solicitado a la Congregación salesiana y aún lo siguen haciendo, la creación de Escuelas Profesionales. “De ahí -afirma Ruperto- el incremento de casas en América Latina y Rusia, por ejemplo”.
Defiende con auténtica pasión el modelo de Escuela Profesional Salesiana, misión a la que se sienten llamados los sucesores de San Juan Bosco. Colectivos que se dedican a la enseñanza hay miles, millones en todo el mundo, de todas las tendencias y titularidades, que a diario desarrollan una valiosa labor. Pero entre todos esos modelos, la Escuela Salesiana de Formación Profesional es única desde su planteamiento y proyección hasta su ejecución y resultados.
Para el religioso salesiano, Don Bosco es” incomparable”. En algún sitio llegó a leer que Juan Bosco pedía a Dios le dispensara de comer y dormir para tener más tiempo de dedicación a sus muchachos, para trabajar y extender su Reino. En su opinión, Don Bosco era un hombre activo, humano, un santo con mayúsculas. Refiere que “imagine la valía de Don Bosco… casi con setenta años, tres antes de su muerte, el Papa le pidió que levantara un Templo al Sagrado Corazón de Jesús en Roma. ¿Cabe mayor reconocimiento de las habilidades y santidad de nuestro amado Padre?”. Que un Papa encargase tamaña empresa a un cura de esa edad, fundador de una Congregación nueva, hoy centenaria, es algo que siempre le ha llamado la atención. La mejor biografía que ha leído de Don Bosco es la escrita por el novelista argentino Gustavo Hugo Wast, dos tomos titulados “Don Bosco y su tiempo”, en el que podemos encontrar, entre otros, una deliciosa descripción del coadjutor salesiano, figura que en Jerez ha encarnado Don Ruperto Pozuelo.
Fuente: Andalucía Información (Ángel Revaliente)